dissabte, d’agost 04, 2007

...de la lluvia a la playa...


Siempre me habían gustado los días de lluvia. Podría haberme pasado horas mirando por la ventana de la terraza cómo caía. Incluso, muchas veces, salía a pasear sólo por el placer de hacerlo bajo la lluvia en mitad de la ciudad. También es cierto que no hay nada como el olor del campo justo después de la lluvia recién caída. Adoro la mar bajo la lluvia. Pero quizá por lo que llueve y la estacionalidad con que lo hace en Barcelona; aquí en Cymru casi me esta haciendo cambiar (todavía sueño con los castillos perdidos y las grandes tempestades). En mi ciudad llueve en otoño –y primavera-, principalmente; y los aguaceros de agosto son chubascos que sabes que tampoco serán eternos... pero no aquí. Quizá sólo es el hecho de verme en la diatriba de enfrentarse en soledad a los vientos que nos azotan húmedos el rostro; o que la falta de sol no sólo nos hunde la melanina sino que aflora la melancolía y las fuerzas están detenidas en la observación de las batallas anteriores. Y es cierto que esta lluvia permite florecer un bello paisaje; pero hay sombras en las esquinas de esta habitación, tratando de venderme polvo de hadas, con los susurros de las playas y los juegos eternos... Puedo haber pretendido construir mi hogar en mi cabeza, mi corazón, mi alma; pero todavía no puedo dominar la meteorología. Supongo que cuando regrese a mi ciudad, me quejaré de lo caluroso y sudoroso que es el final de septiembre; aunque seguro que me recibirán las lágrimas de la Lali... Quizá es que solo me faltáis vosotros, mi gente, para poder disfrutar de la lluvia; o quizá es que soy realmente mas mediterráneo de lo que nunca nadie había pensado. Quizá es sólo que estoy demasiado acostumbrado a mi vida en mi ciudad; o son demasiadas canciones desgarrando el alma. Supongo que lo que le pida ahora al tiempo, lo cambiaré de aquí unas semanas... porque debemos ser cambio. Pero al igual que un cambio climático forzó la evolución, la lluvia o el sol modulan nuestra presencia de espíritu; así nuestra sonrisa y nuestros escritos... así que esperaré unos días más antes de pasear con vosotras comiendo un helado por la orilla de la playa...

N.B.S.

Cymru, 4/VIII/07


P.S.: la foto és trobada per internet, i és de la platja de Badalona.

P.S.2: és curiós que un dia que sembla ésser tant calorós -i ple de meduses- al meu país (i quan s'obren peatges...), i on aquí plou terriblement, hagi jo d'escriure quelcom com això... si serà veritat que evolucionem i perdem la consciència de peterpans...



2 comentaris:

  1. Serà que sí... que la pluja de vegades penetra a l'ànima i aleshores vessen les llàgrimes de la melanconia. I això em recorda una bella vesprada a 5 quilòmetres de Santiago de Compostela.

    De vegades, amb la pluja, apareixen vells fantasmes... de vegades és només que esdevenim més transparents i llegim les nostres pors sense complexos. Després, encara que a fora plogui, per dins sol sortir el sol.

    Bell escrit.

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  2. gràcies per les teves paraules.

    sí, de vegades podem lluir el nostre propi sol tot i que plogui moltíssim a fora; o a la inversa...

    és important plorar i saber somriure.

    I també crec que la pluja és un element molt especial que incideix moll fortament sobre la nostra ànima. Pot portar-nos a la melancolia i la melangia; als records que ens fan abaixar el cap i somriure gairebé amagant un esbós de llàgrima; o fer que mirem el vent i diguem que som feliços...

    M'agrada la pluja; i m'inspira... i ara estic descobrint com m'agradava -i m'agrada- el sol; potser així també descobriré que puc fer uns escrits "més lluminosos"...

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